Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen

Título: Orgullo y Prejuicio
Título original: Pride and Prejudice
Autor: Jane Austen

Traducción: Roser Vilagrassa

Año de publicación: 2010

Editorial: Bambú

Colección: Clásicos Universales

Nº de páginas: 384
Precio: 16 €
Encuadernación: Tapa dura

 La gran casa de Netherfield Park tiene a un nuevo inquilino: el señor Bingley, un joven atractivo, rico y... soltero. La señora Bennet está encantada, pues su deseo más ferviente es encontrar un buen partido para sus cinco hijas. Pero a Elisabeth, la más rebelde de las hermanas, quien de verdad le interesa es el señor Darcy, un joven arrogante y misterioso.

Es difícil reseñar un clásico de esta categoría, porque gente más capacitada ha dicho ya muchas cosas interesantes sobre él. Además una obra tan conocida como esta, que ha influido mucho, en tantas obras posteriores y ha dado de sí para varias versiones de cine y televisión, tiene especial dificultad, porque cada lector y cada espectador tiene sus ideas propias sobre esta historia, sin embargo soy de las que cree que repasar los clásicos es siempre aconsejable. Pues con cada lectura, con cada aproximación, surgen nuevos detalles o por lo menos, nos rencontraremos con esas cosas que por ya sabidas parecen recuerdos propios, viejos amigos parecen hablarnos desde sus páginas. Renovamos por así decirlo amistades y enemistades con los personajes de la novela.

Orgullo y prejuicio trata de los amores y desamores de variados personajes. Se ocupa principalmente de la historia de Elizabeth Bennet y el señor Darcy, que son sin duda los protagonistas absolutos. Tienen una relación que en un primer momento es de mutuo rechazo, el suyo no es desde luego un amor a primera vista, Elizabeth llega incluso a sentir autentica antipatía por el señor Darcy. Esta situación basada en las primeras impresiones, acaba transformándose en una legendaria historia de amor. Lo hace de una manera tan completa y efectiva, que sigue teniendo interés e influyendo en obras y lectores de casi dos siglos después.

Elizabeth Bennet vive en una época en que la experiencia cumbre en la vida de una mujer es casarse, contra antes mejor. Pero no casarse de cualquier manera, la meta era hacer una buena boda que garantizara el bienestar económico de la esposa y de su familia. Eso no se consideraba tan mal como podría parecer ahora, es de entender que la madre de la protagonista, que tiene cinco hijas y sabe que no van a poder heredar los bienes de su padre, sienta cierta desesperación por casarlas. Por eso su actitud es más disculpable.

Su familia vive bien pero tampoco tiene muchos recursos. Su padre ha dado una libertad a sus hijas que entonces era bastante inusual, como dice Elizabeth, la que ha querido aprender ha aprendido y cada una tiene su propio carácter. Elizabeth es independiente y decidida, bastante inteligente, culta y con buenas cualidades, quiere casarse pero de ningún modo a cualquier precio. Juzga a los candidatos más por su valía personal que por lo que puedan valer monetariamente. Se equivoca al juzgar a Darcy, tiene malísima impresión de él, empeorada cuando descubre cosas que cree ciertas resultan ser falsas, se trata de rumores malintencionados. Reconoce que se ha equivocado y se ha pasado de lista al juzgar sin conocer todos los hechos, pero es lo bastante inteligente para cambiar de opinión reconociendo su error. Poco a poco conoce mejor a Darcy, cuando comprueba lo buena persona que es, acaba enamorándose de él. Si él le corresponde, está dispuesta a casarse en contra de cualquier oposición. Pues solo da valor al amor compartido.

El señor Darcy también tiene presiones para casarse, pero al ser un hombre su situación es muy distinta. Es rico y culto, tiene mucho orgullo, eso lo hace intransigente. Se siente superior y poderoso. Juzga los defectos de los demás demasiado duramente. Pero es de natural bondadoso y su gran corazón e inteligencia le llevan a entender que debe ser más comprensivo con los demás, pues también se puede equivocar. Contra su propia lógica, se va enamorando de Elizabeth, impresionado por su inteligencia e independencia, pero también por su belleza y discreción, así como por su entereza de ánimo. También está dispuesto a casarse con Elizabeth teniendo en cuenta, tan solo si está enamorada de él. Aunque tenga que desafiar cualquier convencionalismo.

Son seres distintos pero con cosas en común que les llevan tanto a enfrentarse como también a complementarse, dando el mensaje de que cada pareja es distinta y que debemos buscar las cualidades que nos atraigan, pero sobretodo que nos complementen haciendonos felices.

Resulta sorprendente que la obra de Jane Austen cumplido ciento noventa y nueve años haya envejecido tan bien. Su lectura resulta entretenida y cómoda, no se hace para nada pesada. Tiene un lenguaje claro que no busca la complejidad, no nos agobia con excesivos datos ni fechas, no hay interminables discursos morales, es simple y directa, esto la hace una novela bastante moderna.

 

Por supuesto, claro está que una de las razones de su éxito es la temática. Se trata de una novela romántica, que nos habla de amor y matrimonio pero no es sentimentaloide ni cursi. Nos habla de un espíritu femenino fuerte e independiente, pero sin dejar atrás la idea de femineidad.

Si bien las circunstancias actuales son muy distintas a las de la época, en la que las opciones de las mujeres eran más bien escasas y los derechos de la mujer solo empezaban a insinuarse. Las relaciones entre hombres y mujeres, a menudo están marcadas por las diferencias que todavía existen entre los dos sexos. Somos mucho más libres de elegir, tenemos más opciones pero al fin y al cabo, la búsqueda del amor y la felicidad siguen constituyendo una parte importante de nuestras vidas. Es fácil dudar lo que sabemos de los demás y no saber si lo que queremos es lo mismo que buscan nuestras potenciales parejas. Algunos de los temas que aparecen en la obra son verdades universales, que parecen perdurar a través de todas las épocas, convirtiéndose en arquetipos que forman parte de nuestro bagaje cultural.

 Agradecimientos a la editorial Bambú por el ejemplar.